domingo, 10 de febrero de 2019

Disertación filosófica unidad 4

DISERTACIÓN FILOSÓFICA UNIDAD 4: EL SER HUMANO DESDE LA PSICOLOGÍA.

En esta entrada presentaré la disertación filosófica que he realizado en esta unidad 4. En esta reflexionaré acerca del tema: ¿Hasta qué punto nuestra personalidad se construye con la herencia de nuestros padres o mediante el aprendizaje en nuestro entorno? 






En su inicio, la Psicología no era un saber independiente, sino una rama más del campo de la Filosofía. Sin embargo, en un momento dado, se separó, perdió el carácter de suposición para convertirse en una ciencia que estudia las mentes de los humanos. A pesar de esto, la Psicología no es un saber exacto, debido a los muchos comportamientos y procesos mentales que los seres humanos desarrollamos y que son diferentes en cada uno de nosotros, no existen patrones definidos sobre los que realmente podamos apoyarnos. Por todo esto, se han ido desarrollando diferentes teorías psicológicas para explicar distintos conceptos de los humanos y sus mentes. Uno de los temas sobre los que se reflexiona es la forma en la que nuestra personalidad se construye y qué la forma. ¿Somos lo que somos por lo que hemos heredado de nuestros progenitores o por lo que el entorno hace de nosotros? En esta disertación reflexionaré acerca de hasta qué punto nuestra personalidad se construye con la herencia de nuestros padres o mediante el aprendizaje en nuestro entorno. Para ello, expondré lo que diversas teorías y psicólogos afirman y, por último, presentaré mi opinión personal sobre este complejo, variable y extenso tema.


En primer lugar y antes de comenzar a presentar lo que opinan las diferentes teorías acerca de la personalidad, es importante antes definirla y saber qué elementos la forman. Psicológicamente, la personalidad se define como el conjunto de comportamientos que una persona manifiesta o revela a partir de la decisión que toma de exteriorizar unos procesos mentales determinados. Es el conjunto de cualidades que constituye a cada ser humano como ser único e irrepetible. También es reflejo de nuestra armonización con el entorno. A su vez, está formada por el temperamento y el carácter. El temperamento se define como los componentes biológicos y hereditarios que conforman la personalidad de una persona. Por otro lado, el carácter se presenta como la parte de la personalidad formada por la influencia de los elementos externos (aprendizaje, entorno, …) que rodean a una persona. A partir de aquí, las diferentes teorías se distinguen en función de en qué pongan el acento, en los componentes biológicos, en el entorno o en ambos.

Por una parte, encontramos las teorías endógenas. Estas consideran que el origen y fundamento de la personalidad se encuentra en el propio sujeto. Es decir, nuestra conducta y nuestros actos dependen de los elementos biológicos de cada individuo. Por lo tanto, ponen el acento en el temperamento, reducen la importancia del entorno. Dentro de este grupo, existen dos teorías: el modelo psicobiológico de H. J. Eysenck y la teoría cognitivista de G. A. Kelly. 

Primeramente, el modelo psicobiológico de Eysenck explica la configuración de la personalidad en función de las características biológicas de carácter hereditario, reduciendo la personalidad a tres dimensiones: estabilidad emocional, introversión/extroversión y psicoticismo. En la estabilidad emocional se presentan dos opciones, la estabilidad (apacible) y la inestabilidad (nervioso). Un grado extremo de nerviosismo, según Eysenck, puede llevar a neurosis o problemas psicológicos. Del mismo modo, la introversión/extroversión presenta dos extremos, introvertido (carecer de sociabilidad, comodidad con uno mismo) y extrovertido (sociabilidad). Por último, el psicoticismo consiste en la pérdida de contacto con la realidad, posible en cualquier ser humano. Entonces, existen cuatro combinaciones o personalidades, extrovertido-estable, extrovertido-inestable, introvertido-estable e introvertido-inestable. En un ejemplo, si a una persona le gusta quedar con los amigos y es activa se encontraría en la opción extrovertida-inestable, pero esto se debería a sus componentes biológicos de carácter hereditario, el entorno no influiría, y no sería modificable su conducta. Pero surge una pregunta, ¿estamos determinados totalmente por nuestros componentes biológicos? Según Eysenck, sí.

Por otro lado, la teoría cognitivista de Kelly afirma que todos los seres humanos elaboramos constructos o prejuicios de todo lo que nos acontece y rodea. Posteriormente, decidiremos confirmarlos y, a lo mejor, modificarlos. Es de carácter subjetivo porque los constructos dependen de cada persona y cómo esta perciba la realidad. Además, es endógena ya que los prejuicios los elabora una persona ella misma en función de sus características, que incluyen aprendizaje, atención, memoria, motivación y percepción. Por ejemplo, si tú ves un ordenador que te parece de cierta manera, has elaborado un constructo personal sobre eso, y procederás siempre a comprobarlo y, quizás, la experiencia modifica tu pensamiento inicial. Aunque surge una duda, ¿siempre buscamos confirmar nuestros prejuicios? Según Kelly, sí.

Por otra parte, encontramos las teorías exógenas. Estas consideran que el origen y fundamento de la personalidad se encuentra en el entorno que rodea al sujeto. Es decir, nuestra conducta y nuestros actos dependen del medio y exterior en el que vivimos. Por lo tanto, ponen el acento en el carácter, reducen la importancia del sujeto en la formación de su propia personalidad. Dentro de este grupo, existe una teoría: la teoría conductista de J. Dollard y N. Miller.

La teoría conductista de J. Dollard y N. Miller afirma que la personalidad de una persona se elabora a través de los elementos que la rodean, estableciendo el individuo asociaciones entre lo que ocurre. En esta teoría se introducen los conceptos de impulso (conducta momentánea con la que se establecerá la asociación), el hábito (cuando se establece la asociación) y el reforzador (hace que se establezca la asociación y el impulso se convierta en hábito). Su teoría puede explicarse mejor con un ejemplo. Imaginemos que un niño pequeño no quiere dormir la siesta. Él comenzará a llorar para reflejar que no quiere. Si sus padres, al verlo llorar, lo sacan de la cuna, el bebé asociará que, si llora, consigue lo que quiere, por lo que, cada vez que haya siesta, llorará para que lo saquen de la cuna. La siesta es el impulso. Llorar es el hábito. Los padres son el reforzador. Esto se observa incluso en los animales, demostrado a través de varios experimentos (como las palomas de Skinner o los perros de Pávlov), lo que sirvió de base a Dollard y Miller para demostrar cómo la personalidad se conforma por estas asociaciones que siempre realizamos de los elementos externos a nosotros y que deciden cómo actuamos. Pero la pregunta es, ¿establecemos asociaciones de todo lo que nos acontece y dependemos totalmente del medio? Dollard y Miller afirmarían que sí.

En añadidura, encontramos las teorías interaccionistas. Estas afirman que el origen y fundamento de la personalidad se encuentra tanto en el entorno que rodea al sujeto como en el propio sujeto. Es decir, nuestra conducta y nuestros actos dependen del medio y exterior en el que vivimos y de nuestras características de origen biológico y hereditario. Por lo tanto, ponen el acento en el carácter y en el temperamento. Se presenta una visión unitaria entre ambos elementos. Dentro de este grupo, existen tres teorías: la teoría de los rasgos de G. W. Allport, la Psicología centrada en la persona de C. A. Rogers y el desarrollo de la identidad personal de E. H. Erikson.

Primeramente, la teoría de los rasgos de Allport afirma que todos nosotros somos singulares y diferentes, y que presentamos unos rasgos o cualidades que nos distinguen. Estos rasgos son las disposiciones personales que tenemos que configuran nuestra manera de ser. Allport decía que estos rasgos, en su conjunto, forman el propium, que debe llevarse a la madurez cuando queda configurado por una serie de características, como la extensión del sentido de sí mismo, el autoconocimiento o el sentido del humor.

Asimismo, la Psicología centrada en la persona de C. A. Rogers opina que los seres humanos somos buenos en nosotros mismos y siempre buscamos construir nuestra vida de la mejor manera posible. Tenemos el deseo de sacar el máximo partido a nuestras potencialidades y, cuando estas alcanzan su grado máximo, se consigue la autorrealización, sinónimo de personalidad madura. Sin embargo, si se presentan desequilibrios, pude llevar a neurosis. La autorrealización se alcanza por nuestras características y la relación que uno haga con su entorno. Además, según Rogers, se presentan el “yo ideal” que debe ser alcanzado y el “yo verdadero” que realmente se presenta. Debemos ajustar nuestras expectativas a nuestra propia realidad, y esto no depende de los demás sino de uno mismo, pero con elementos externos. Si existen incongruencias, se puede llegar a una neurosis. Por ejemplo, si una persona desea aprender un idioma nuevo, el alcanzar la autorrealización y el alcanzar esa meta serán su motivación. Para eso debe ajustar el “yo ideal” creado a su realidad para poder alcanzarlo.

Por último, tenemos el desarrollo de la identidad personal de E. H. Erikson. Esta teoría se presenta en una rama de Psicología llamada Psicología evolutiva, que tiene como objeto de estudio los cambios psicológicos que sufre una persona a lo largo de la vida. Para ello los cambios se producen por tres factores: la etapa de desarrollo, las características del entorno y la armonización que elabora una persona de todos los elementos. Erikson estructuró el desarrollo personal en ocho etapas en las que se debían alcanzar una serie de logros. No cubrirlos suponía una pérdida, pues las siguientes etapas se apoyaban en las anteriores y no se produciría un correcto desarrollo. Por ejemplo, en la primera etapa, hasta los doce meses, se deben alcanzar los logros de confianza, protección y seguridad. Si estos logros no se alcanzan, las siguientes etapas no podrán darse o no correctamente, pues falta un escalón. Por ejemplo, la segunda etapa de 1 a 3 años, en la que se deben alcanzar autonomía, independencia y desarrollo de capacidades, si no existen la seguridad, la protección y la confianza de la fase anterior no se conseguirá un buen desarrollo, según Erik.


Para finalizar, presentaré mi opinión sobre este tema. Yo considero que la personalidad se compone y depende, por un lado, de los elementos biológicos que nos componen de carácter hereditario y, por otro lado, por los elementos que adquirimos del entorno. Pienso incluso que influye en mayor medida el entorno, pues, a pesar de poseer una predisposición genética, esta es modificable, al menos su exterior, y el entorno nos influye en la manera en la que se produce esta exteriorización. No obstante, la predisposición genética, aunque no determinante, también nos influye en cierta medida. Por todo lo expuesto, estoy de acuerdo con las teorías interaccionistas, ya que ponen el acento en ambos elementos. Principalmente, apoyo la teoría de los rasgos de Allport, pues considero que todos presentamos unos rasgos específicos y singulares y debemos llevarlos a la madurez, como opina este psicólogo. Asimismo, también comparto con Rogers el concepto de la autorrealización, pues normalmente deseamos alcanzar nuestras potencialidades y ser mejores. A pesar de esto, difiero con Rogers en que creo que ese proceso no depende solo de nosotros mismos, sino que el entorno también influye en que nosotros alcancemos nuestras potencialidades en grado máximo. Además, también comparto ciertas opiniones con algunas teorías exógenas, pero no creo que nuestra personalidad dependa solo de lo externo. Apoyo la idea de los hábitos, reforzador e impulso de la teoría conductista de Dollard y Miller, pues, en cierta medida, todos elaboramos asociaciones de lo que nos ocurre. Por ejemplo, aglomerando mi opinión sobre todas las teorías que apoyo, un niño presenta unos rasgos o cualidades concretas, diferentes a cualquiera, por ejemplo, una gran capacidad para resolver problemas matemáticos. Esta persona debe mejorar y madurar estas cualidades, como afirma Allport, y, además, desarrollarlo y emplearlo como motivación también le lleva a la madurez y a la autorrealización, como apoya Rogers. Por otro lado, si esta persona, que tiene este impulso matemático, establece una asociación con otro elemento, por ejemplo, si estudia y practica sacará buenas notas, el estudiar y mejorar sus habilidades se convertirá en un hábito, como apoyan Dollard y Miller, llegando así a desarrollar sus potencialidades en grado máximo. No siempre se dan todos estos factores de manera positiva, pero sí creo que siempre están presentes. Para concluir, presento mi total desacuerdo con las teorías endógenas, pues nuestras características biológicas no son determinantes, sino condicionantes y modificables, y el entorno sí creo que influya en la elaboración de nuestra propia personalidad. Una persona, por ejemplo, por mucho que esté predispuesta biológicamente a tener problemas en el uso del lenguaje, esta puede mejorar y desarrollarse para intentar superar este problema. Puede que su ADN nunca se modifique porque es verdad que no se puede inducir un cambio en este, pero nuestras características y, sobre todo, nuestra manifestación depende de nosotros y podemos modificarlas. Por tanto, y, para terminar, respondiendo a la pregunta presentada al principio, considero que nuestra personalidad se construye con la herencia de nuestros padres y también mediante el aprendizaje en nuestro entorno, influyen ambos factores, aunque en distinta medida.

5 comentarios:

  1. En primer lugar, he de decirte Ricardo que tu disertación es fantástica. Presentas todas las teorías de la personalidad estudiadas en clase de un modo sintético, aportas ejemplos para comprender las mismas y propones preguntas para poner en situación al lector acerca de cómo pensaría el psicólogo del que estás hablando y expones una reflexión final aportando tu punto de vista sobre los tres tipos de teorías de la personalidad. Asimismo, comparto tu opinión sobre las teorías endógenas pues, al igual que tú, considero que nuestra forma de ser no depende solamente de nuestro temperamento y de nuestras características biológicas, y además creo que este no es determinante, sino que nos condiciona, debido a que podemos modificar nuestra constitución física, nuestra reacción ante determinadas situaciones, nuestros componentes genéticos como el color de los ojos, del pelo, nuestra tez… aunque ello no quede registrado en nuestro ADN. No obstante, difiero contigo en cuanto a la visión que tienes de las teorías interaccionistas. Yo considero que nuestra personalidad es fruto de la influencia que hace nuestro ambiente en nosotros mismos, sobre todo en cuanto al aprendizaje que hacemos cuando somos más pequeños y en la adolescencia. De este modo, en el ejemplo que expones del chico que tiene una mayor predisposición al razonamiento matemático, se puede apreciar el factor biológico en el pensamiento lógico del joven, no obstante, esta característica depende del ambiente en el que se viva para que pueda ser desarrollada. Imaginando un caso extremo, supongamos que dicho chico nace en un barrio marginal y, a causa de la influencia de este, vive en un ambiento delictivo que le impide desarrollar ese componente biológico que le da un mayor razonamiento lógico o que, por otro lado, él nace en una familia de científicos que le ayudan a desarrollar plenamente su capacidad matemática, ¿ves la importancia del ambiente en cada uno de los casos anteriores? Tomando como referencia este ejemplo, yo considero que la base de nuestra personalidad la pone nuestro temperamento, pero será el carácter el que construya nuestra forma de ser y la moldee en función de, como he expuesto, el ambiente en el que nazca una persona o los aprendizajes que haga, por ejemplo, y no será una relación entre el temperamento y el carácter como sugieren las teorías interaccionistas, pues el temperamento depende de nuestro ambiente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy bien Juan, lástima que no te haya contestado Ricardo jejeje.

      Eliminar
    2. Perdona Juan por no haberte respondido con antelación. Comprendo totalmente la importancia de nuestro entorno en la formación de nuestra propia personalidad. Al final, la línea que separa nuestras opiniones es muy delgada, pues como también has presentado en la respuesta a mi interacción en tu blog, ambos pensamos que ambos elementos son importantes y el entorno en una mayor medida, a pesar de que diferimos ligeramente en las teorías que apoyamos, que en realidad se asemejan en muchos elementos. Comparto lo que has expuesto de que "la base de nuestra personalidad la pone nuestro temperamento, pero será el carácter el que construya nuestra forma de ser y la moldee en función de, como he expuesto, el ambiente". La predisposición genética nos ofrece una base modificable en la que el entorno nos influirá.

      Eliminar
  2. Gramática, ortografía, redacción...
    - Mayúsculas: "La psicología", al igual que la Filosofía, cuando son sustantivos, van en mayúsculas.

    Introducción
    - La pregunta está un poco desligada de la introducción. Otras veces la has incluido muy bien. Esta vez no está del todo en su sitio.

    Desarrollo
    - Está muy bien, las preguntas del final, aunque te las haya copiado un compañero, son muy originales para comprender mejor lo que has explicado.
    - Quizá queda demasiado expositiva, echa un vistazo a lo que le he puesto a Juan, para otra vez quizá no haga falta hablar de todos los psicólogos/filósofos, sino centrarse en alguno en concreto.
    - Sé que la usas para estudiar, pero no hay que ser tan expositivo.

    Conclusión
    - Correcta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Jesús por todo. Creo haber cambiado los fallos cometidos e intentaré centrarme mejor en pocos psicólogos o filósofos y que no sea tan expositiva, sino más narrativa.

      Eliminar